50 mil hectàreas quemadas y una vida perdida. Dirán que era impredecible, que soplaba poniente, que las temperaturas eran elevadas, que no había medios, que coincidieron dos incendios simultáneamente, que se prefirió defender un paraje en detrimento de otro, que los bosques no estaban limpios, que el monte es un polvorín y que está abandonado, que se han recortado fondos y ayudas, que el ecologismo extremo también es nefasto, que el mundo rural está dejado de la mano de Dios y así hasta llegar a la conclusión que la culpa no es de nadie, cuando en realidad es de todos.
Uno cree que tenemos lo que nos merecemos pero que, a pesar de los pesares, con voluntad esto, como dice la canción de Sau, sí se podría salvar:
I el fill de puta que cremi aquests boscos
que li tallin les mans
potser així no els cremaran.
Obro els ulls, miro al meu voltant
i veig com tot això s'acaba.
Si algú em volgués explicar per què
ningú no ho vol intentar.
Però això es pot salvar
2 comentarios:
Ja ho deia Carles Sabater amb aquesta meravellosa cançó...
... i com bé dius, responsables ningú... ara bé, si s'ha de fer el paripé replantant arbres, tallada de cinta oficial inclosa, no et preocupes que anirà tota la comitiva... Quina poca barra!!
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