La componen cerca de 200 fotos, los recuerdos de una familia, desde 1917 hasta el siglo XXI, las vidas de dos hermanos, sus recuerdos, experiencias y alegrías. Bautizos, escuela, mili, bodas, nacimientos, paellas y comidas familiares, vacaciones, el primer coche, el primer nieto,... y así sucesivamente, todo recogido en un único álbum, mínimamente ordenado y que acabó primero abandonado en la calle y después de manera inesperada en mis manos. Quisiera devolverlo pero no sé ni como ni a quien. Mientrastanto continuo con esas vidas ajenas en mi poder, las vidas de otros, de personas a quienes no conozco, de desconocidos cuyos nombres ignoro.

Poco texto acompaña a las instantáneas (algunas de ellas tomadas en los mejores estudios fotográficos de la Valencia de inicios del siglo XX), sólo pequeñas dedicatorias dan una pequeña psita: la comunión de Mari Cebriá, una foto dedicada a la familia Vicent de dos niñas: Lolita y Ana Maria que ahora tienen, tendrán o tendrían 58 y/o 56 años, ..... Recuperar vidas de este modo no entraba en mis cálculos, porque ya hay otros con mayor experiencia, así que si alguien me quiere ayudar a devolvérlas, ya sabe donde estoy.....

Todo esto da que pensar....sobretodo cuando posemos para la próxima fotografía... porque nunca se sabe donde irá a parar. Si mis sucesores siguen el método del olvido... van a tener que llenar el contenedor, si optan, como un servidor, por el recuerdo, deberán ampliar la casa. Pese a quien pese, y pese lo que pese, lo que está claro es que la vida hay que disfrutarla. Carpe Diem!